Psicología del coleccionista

viernes, 26 de septiembre de 2008

La inclinación a coleccionar es inherente al ser humano, ya desde la infancia podemos observar que existe este comportamiento. Es así que la mayoría de nosotros hemos pasado en algún momento de nuestra vida por ello. Es común sobre todo en la adolescencia, quizás porque encierra una búsqueda de identidad, un intento de ordenar el caos. Más allá del coleccionismo como actividad, hobby, nos interesa otra forma que tiene características compulsivas. Ocurre cuando el pasatiempo deja de ser tal y se convierte en la razón fundamental de la experiencia del sujeto. Cuando el coleccionista no persigue otro objeto que el de su colección ya no podemos hablar de hobby, es un sujeto que ha decidido refugiarse en su obsesión y como ocurre con estas, se convierten en un problema que luego termina por desbordarlo y que afecta el resto de su vida: relaciones sociales, trabajo, familia. Ensimismado como está en su tarea, no puede percibir la lógica en la que está inmerso, todo lo sacrifica en su búsqueda incansable de encontrar medios que ayuden a sus fines. Fines imposibles, irrealizables muchas veces, tan elevados como inútiles otras. Sin embargo muy funcionales a sus necesidades inconfesadas de ejercer absoluto control sobre el mundo. Termina por renunciar a controlar el Todo y se plantea una meta más realizable como la de controlar sólo un segmento de la realidad. En esa búsqueda por controlar al objeto se van dibujando los límites de su nueva identidad. Esto es, cuando el coleccionista se define como un “coleccionista de…” es para sí mismo y para los demás una nueva identidad. Es esta búsqueda de identidad otra de las motivaciones importantes de todo coleccionista. A tal punto es primordial, que el objeto y la razón por la cual deciden coleccionar carece de real importancia y es muchas veces desconocida por él. Primeramente se es un coleccionista y luego se elije qué se va a coleccionar. La naturaleza del objeto elegido nos habla sin duda de la persona que hay tras ella, rasgos de su personalidad, de sus fantasías y temores más inconscientes, así como también de su posición socioeconómica, etc. No es lo mismo coleccionar piedras, que obras de arte del siglo XV por poner un ejemplo. Siempre los objetivos que se planteará estarán en relación a aspectos de su carácter. Personalidades con características megalómanas perseguirán objetivos de esta naturaleza. Muchas veces podemos inclusive hasta dudar de que se trate de verdaderos objetivos, siendo más bien algo así como intencionalidades. Lo que le apasiona no es su deseo de completitud sino su dedicación, el tránsito hacía su fin. Ocurre muchas veces que cuando logra completar lo que se había propuesto, surge posteriormente la necesidad de replantearse u ampliar una vez más sus horizontes. Ni tan cercanos ni tan lejanos como para prohibirse su estatus. Él no sufre por no alcanzar su meta, o por lo menos no en la medida que esto le resulte intolerable, esa meta en sí misma carece de importancia, tampoco le motiva el objeto, ni lo que ellos encierran. La motivación pasa por una necesidad más personal, psicológica, de demostrarse que día a día trabaja por su idea, de que aumenta su autoestima al mismo tiempo que su arsenal. Esta reafirmación siempre es correspondida por su entorno, ya que el coleccionista es alguien casi siempre bien considerado, que sigue una pasión, que ha demostrado con su perseverancia que es digno de admiración.

Recomendaciones:
  • Documental de Alan Zweig : Vinyl (sobre coleccionistas de discos)
  • Película: EL COLECCIONISTA (1965) Dirección: William Wyler.
Lic. Javier Alvarez.
www.licjavieralvarez.blogspot.com

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